sábado, 28 de enero de 2012

GEOGRAFÍA BÍBLICA

Observa con detenimiento los siguientes mapas.

Actividades:

1. Imprime el mapa de América Latina y recórtalo para trabajar en clase en el cuaderno de materia.


2. Imprime y pega el mapa de Ecuador en tu cuaderno, ubica lugares que conozcas y que te traigan recuerdos. Redacta, en mínimo 5 líneas y máximo diez, tus experiencias en montañas, ríos, playas, etc.


3. Revisa el siguiente mapa de la media luna fértil, de igual forma recórtalo y pégalo en tu cuaderno. Vamos en clase a pintar juntos la media luna fértil.


4. La Palestina del tiempo de Jesús estaba constituida en esencia por tres provincias o regiones: Galilea (norte), Samaria (centro) y Judea (sur). En el siguiente mapa descubriremos los lugares más importantes. Imprime y recorta este mapa y pégalo en tu cuaderno pra trabajar en clase con la Biblia.


5. San Pablo es el Apóstol conocido por sus viajes, por su pasión por la Palabra de Dios, por el Reino de Jesús. Imprime y recorta el mapa de los viajes de Pablo para trabajarlo en clase.





miércoles, 16 de noviembre de 2011

Parábola del Árbol frondoso

Lee con atención la siguiente parábola y responde a las preguntas del folleto N° 2. Elabora un comentario y escríbelo en tu cuaderno.

Existe un pequeño rincón donde sus habitantes viven en armonía con la naturaleza y se relacionan amigablemente. Un día llegó un peregrino; se paseó por las calles, observó a las personas, vio jugar a los niños, escuchó cantar a los jóvenes, a los adultos los sintió serenos mientras tomaban un café y a los ancianos los descubrió contando cuentos a los niños. Era un pueblo distinto... y, el peregrino quiso saber por qué. Se acercó a un anciano de largas barbas y ropa limpia y le preguntó: "¿cuál es el misterio que los mantiene unidos y alegres?"

El anciano, dando un giro hacia el centro de la plaza y con un fuerte suspiro, exclamó: ¡Es gracias a ese árbol frondoso que está en el centro de la plaza! Sabe, este árbol lo sembraron nuestros abuelos hace muchos años, en esta tierra negra, suave y fértil. Tardaron mucho tiempo en salir los primeros brotes, porque  extendió sus raíces. Luego, gracias a la lluvia que cae del cielo y que mantiene siempre la humedad del suelo; gracias al sol que con su luz mantiene vivo el color de las plantas, y gracias al viento que siempre nos trae su frescura, el árbol fue creciendo y creciendo... Un frágil tronco; unas cuantas ramas, y centenares de hojas nos indicaba que la siembra de los abuelos había sido buena. 

Delante de los ojos de nuestros padres, el árbol iba tomando cuerpo. Aparecieron muchas ramas: diez, veinte, treinta y hasta más de cuarenta; unas fuertes y otras débiles, pero todas llenas de hojas, con un brillo y encanto particular. Y se hizo grande.

Como puede oler, amigo viajero, el árbol emana perfume que atrae a los gorriones, a los colibríes, a las abejas y mil pequeños insectos que hicieron de este árbol, no su casa, sino el lugar donde venían a encontrarse y a jugar.

Mucha gente en los días de calor se cobijaba con su sombra, y en los días de frío o de lluvia se cubría con sus ramas. Pero un tiempo la lluvia cesó y la humedad y frescura de la tierra se transformó en una dura capa casi erosionada. El árbol poco a poco perdía vida, color, aroma y hasta los pajaritos que lo visitaban con frecuencia se alejaron.

Cuando el pueblo estaba ya dispuesto a migrar y olvidarse del árbol que plantaron los abuelos, vino una lluvia suave y permanente y el árbol y todos los campos del pueblo recobraron el verdor y nuevamente el árbol empezó a ser visitado por sus antiguos compañeros. Pero aún no le he contado el secreto mayor del árbol. Sabe, cuando una o más personas se acercan y le abrazan, el gran árbol nos habla con sabiduría. Por eso, cada uno de los habitantes de este pueblo, grandes y pequeños, varones y mujeres, jóvenes y ancianos vienen bajo su sombra. El árbol tiene mucha vida acumulada y generosamente nos comparte.

El viajero, al escuchar sobre la bondad del árbol, agradeció al anciano, luego, se acercó respetuosamente a una de sus ramas; tomó un pequeño retoño y dijo, yo también voy a sembrar ese árbol en mi pueblo.

Autor: Boris Tobar Solano.